Sofía
realizó
los estudios de bachillerato en la
ciudad
de
A Coruña. Posteriormente
se graduó
en la
facultad de
filosofía y letras de
la
Universidad Autónoma de Madrid , dónde
obtuvo el
premio
extraordinario
de carrera
con mención especial. En
la universidad de
Oxford hizo
dos
grados,
uno
de
Filología
inglesa y
otro
de Arte y Humanidades, habiendo conseguido
en
ambos la
calificación de
premio extraordinario de carrera.
El
currículum académico de Sofía era
consecuente con su perfil de
niña prodigio, sin
duda, contaba con un
coeficiente intelectual fuera de lo común. Pertenecía
a un grupo selecto de personas cuyas
facultades innatas resultan
muy
ventajoso,
en relación con los demás, a efectos de competir
en cualquier
actividad en
una sociedad que pone
más el acento
en las aptitudes, capacidades y
conocimientos para
el futuro
profesional,
en detrimento de las
actitudes personales
intrínsecas
del ser humano.
Se
constataba
en ella, según estudios
realizados
sobre
el
comportamiento
que
suelen
tener los niños prodigios, ésto es, una escasa socialización,
hasta
cierto punto lógico,
debido al superior desarrollo intelectual,
lo que viene
siendo un denominador común en los períodos infantil, juvenil y
adolescente.
Es
predecible
que
en
años posteriores se pongan
de manifiesto algunos
efectos negativos debidos
a la
poca
socialización,
si bien, no
de forma generalizada,
sino
en determinados
casos a
tenor de los
estudios
recientes
sobre
el tema.
Una
vez terminado sus estudios, Sofía enseguida se
puso
a trabajar. Sus
padres, aunque estaban acostumbrados a su
permanente
hiperactividad, sin embargo, no dejaba de sorprenderles la gran
capacidad para
cualquier disciplina
que
mostraba
su
hija.
Durante
cuatro
años
desempeñó
el cargo
de directora
adjunta
junior
del departamento de relaciones públicas de la sociedad de control
del grupo
de empresas
en
el
que,
varios miembros de su familia, poseían
el
mayor porcentaje de acciones que les daba el
control en
la sociedad matriz y
también
sobre
el
resto de empresas del
citado holding empresarial.
Al
término
de
su primera etapa de
trabajo realizada
en
España, aunque
por cuestiones relacionadas
con su actividad,
viajó
con frecuencia al extranjero. Sofía
hablaba cuatro
idiomas
extranjeros
con un nivel excelente
por lo que no tenía dificultad alguna para
manejarse con
soltura
fuera
de España.
Dos
años
después, en
una empresa filial perteneciente
al holding
de la
familia,
fue nombrada CEO del consejo
internacional
para
la zona
Euro, Asia y Latinoamérica. Mucha
gente podría
pensar
que accedía a cargos
de relevancia y responsabilidad ejecutiva gracias
a
su
parentesco
con familiares
directos que
ocupaban puestos
en el consejo de administración
de
la sociedad que
controlaba el
grupo.
Nada
más lejos
de la realidad
ya que, siempre
que
participaba
en
las respectivas
convocatorias,
todas
ellas
abiertas y
previamente publicitadas, lo
hizo en idénticas
condiciones
que
el resto de aspirantes.
Compaginaba
el
cargo ejecutivo
con otros de
especialización, viajando durante
años por más una
docena
de países,
por lo que tuvo ocasión de conocer
muchos
centros
de trabajo, en
los que acumuló
una
gran experiencia en
las
diferentes estrategias empresariales de la corporación
de la
que formaba parte. Sofía echaba de menos el
pueblo
donde
nació,
por
lo que cuando
le
era posible, buscaba
días libres
en su agenda para visitarlo y poder descansar de las agotadoras
sesiones
de
trabajo. En
su
pueblo natal
o
patria chica,
como lo definía ella,
tenía
la
sensación
de ser
otra persona. Respiraba
tranquilidad y sosiego, con solo dar un paseo
por
un
entorno tan
natural y
así
poder
disfrutar
de
la
agradable
percepción de
perderse en aquél espléndido e idílico paisaje
que
tan
familiar le
resultaba.
Admiraba,
una y otra vez, los
enormes caseríos,
cabañas, albergues, preciosas montañas y
lagos que
se
ofrecían con
generosidad a
cualquier visitante. Para
ella
suponía un encuentro íntimo con la Naturaleza. Las horas se
hacían
más cortas de
lo habitual. Tenía ocasión de practicar
la pesca, escalada
o
senderismo.
A pocos kilómetros se
encontraba
la costa
para realizar excursiones que le traían recuerdos inolvidables en
los años
que solía
navegar
acompañada
por su padre,
quién
siempre fue
un
enamorado del mar.
Mirando
al horizonte se decía: que
tiempos aquéllos, ojala volvieran, aunque
solo
fuera
por unas horas”.
Lugares
que le traían al
recuerdo
vivencias
especialmente
sugerentes de
los años de adolescencia
cargados de nostalgia, dónde
paso buena parte de su infancia y que
siempre le parecía
la manera ideal de olvidarse del
ajetreo
de
las ciudades demasiado cosmopolitas para su gusto.
Los
antiguos usos y costumbres de los habitantes de su querido pueblo,
cosa
que a
Sofía
no
le preocupaba, puesto
que
más bien le encantaba
pasar
un tiempo embelesada por
el entorno, además,
de
que
apenas se relacionaba con los
vecinos. Le
apetecía pasar
uno días en
soledad, además de que, precisamente, esto era posible, solo
en
contadas ocasiones y
que no se daban en cantidad suficiente como a ella le hubiera
gustado.
Hija
de una de las familias más ricas de la comarca,
por lo que estaba acostumbrada a no tener que dar más explicaciones
que las necesarias por su esporádico, aunque raro
comportamiento que
era
motivo de un
murmullo lejano que,
casi siempre,
sacaban a colación
los
más
envidiosos
del
pueblo. Quizás
por
su privilegiada posición, la miraban de
arriba a abajo en
respuesta a
lo
distante
que
ella se
mostraba
ante
la gente.
Detalle
importante que no le perdonarían nunca sus
paisanos los
escándalos
que, sin venir
a cuento, montaba
cuando
le venía en gana, simplemente,
para dejar constancia de que no era una persona cualquiera y
que no
tenían que olvidar muchos de los que se permitían el lujo de
criticar su comportamiento.
El
último alboroto
se produjo en la pista de
baile de una
de las discotecas más concurridas del pueblo, cuando imitando
a la
cantante
Madonna
se quedó
casi desnuda en
el centro de la pista
desafiando a todo
el mundo allí presente.
Tuvo
que ser retirada por el personal de seguridad
del establecimiento
debido
a un
estado de aparente
embriaguez
y por
el
escaso control que tenía de su cuerpo. Al
cabo de unas horas, todo quedó en una anécdota o
travesura, más
o menos, como había sucedido en otras ocasiones,
interpretada por la caprichosa y
consentida niña de
papá. Lo que más disgustaba a la gente del pueblo, era la
desfachatez
que
tenía
con todas y cada una de las personas que
la rodeaban en sus habituales y
grotescos actos con
el
solo
afán de
protagonismo.
Los
pocos amigos o más bien conocidos que la acompañaban no perdían
estas ocasiones en las que ella se mostraba generosa y
que
aprovechaban
para llevarle
la corriente, lo
que vulgarmente se llama hacerle la rosca, consiguiendo
de
paso
ser
invitados al enorme y
lujoso
caserío para
disfrutar en los
elegantes
salones,
piscinas preparadas para las diferentes épocas del año,
instalaciones deportivas, salas de baile y música y otras estancias
dónde ella
vivía
acompañada,
únicamente,
por el personal a
su
servicio. Sofía
no contaba con amistades o compañeras de su etapa
juvenil, puesto
que
la mayor parte de sus estudios los realizó en
colegios de élite muy
alejados del
pueblo. Además de que por su carácter reservado tampoco tuvo
compañías duraderas.
La
gente del pueblo murmuraba que, teniendo el mundo a sus pies, quizás
Sofía,
echara
de menos algo que, aún no estaba a su alcance, a pesar de las
muchas cosas que la vida
ya le ofrecía.
No
solo por tratarse
de
la única heredera de una familia riquísima, sino también, por las
extraordinarias y exitosas metas alcanzadas
en base a méritos propios,
pese a su juventud.
Se comentaba en el pueblo que
la llevaban fuera de España,
aunque nadie había podido averiguar cuál podría ser la causa.
Algunas
personas cercanas
a su entorno laboral
especulaban
que
las salidas de Sofía fuera del país, tenían
relación con
las extravagancias que en varias
ocasiones mostraba
en
público,
cosa
que
no se esperaba
de
una persona
de su clase,
ya
que
a
todas luces era
evidente
que escapaban a su control y
tampoco parecía
que fuera debido
a que
hubiera
tomado un par de copas, puesto que no se trataba de un mareo
convencional por la ingesta de alcohol.
Todo
el mundo opinaba que no
era
la
forma
de estar, sino
más bien, se trataba de
hacerse notar en exceso y
sobre todo por
la falta
de sentido común
en una persona de su posición social y
con
un
nivel cultural
elevado.
En
cualquier caso, sus reiteradas salidas
de tono
se le perdonaban por
ser vos quién sois.
Una
vez que perdía los papeles,
como si de repente
la vergüenza la hubiera abandonado,
despertándose en ella la necesidad de disfrutar
muchísimo, pero
al mismo tiempo, querer
ser el centro
de atención de cuántos
la rodeaban. No
pasó demasiado tiempo hasta
que por medio de una
persona cercana a su
familia
se confirmara,
como ya
algunos del
pueblo
habían
pronosticado
que, la rica heredera y afamada
niña prodigio necesitaba
de alguien que le explicara
que existen otras formas de divertirse que no sea
a costa de hacer
el ridículo ante
todo el público, si bien
en
solitario,
dónde y cuándo no toca o
la función no está programada para ello.
Detectado por
un amigo de la familia
lo
que venía ocurriendo,
precisamente,
cuándo Sofía
iba a pasar unos días de
relax
para
descansar
en el pueblo, por
lo que
no dudaron en tomar rápidamente
cartas en el asunto.
Pasados
unos meses, los padres de Sofía tuvieron una conversación con el
jefe
del equipo de doctores
del (1*)
Pennhurst
School & Hospital en
Spring
City, Pensilvania,
Estados Unidos
que
venían atendiendo a Sofía
desde
su
ingreso,
en
la que se les
informó del estado actual de su hija. Todo
ello,
de
acuerdo con los
exhaustivos
y
completos
análisis psicológicos que se le han venido aplicando. Y que a modo de resumen, les puedo decir lo siguiente: el problema
de Sofía
es que, hasta ahora, en realidad, no ha tenido ningún problema.
...