domingo, 2 de febrero de 2020

Nada de poeta. Tampoco vegano.

Rebelde e impresentable,
nada de portátil, tele,
smartphone, lavaplatos,
nevera grande o tablet.
Todo a pie o a mano,
escribir, anotar, dibujar,
pasear por el pueblo. No
de urbano, sino de hortelano.
Lo que más le atraía,
acercarse a reuniones,
para charlar de poesía,
y merendar polvorones.
Todo el mundo reía,
un completo número,
con versos de muerte,
vida, pena y alegría.
Ni bueno, ni malo,
Nunca se vio como poeta,
tampoco vegano,
al comer chorizo y panceta.
Por ahora, lo dejamos,
cuando muera,
contaremos más cosas,
si acaso nos acordamos.
...

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