Sofía estudió en la ciudad
de A Coruña. Se graduó en filosofía y letras, obteniendo el premio
extraordinario de carrera. En la universidad de Oxford se doctoró en
filología inglesa, grado en el que también sacó unas notas
finales excelentes.
Durante
varios años viajó por más de una veintena de países. Siempre
echaba de menos su pueblo natal, tan cateto y provinciano, pero muy
tranquilo, enclavado en un entorno natural, casi salvaje, difícil de
encontrar, en otras partes del planeta. Su pueblo tenía de todo un
poco, como en la botica, los típicos caseríos, albergues, montañas,
ríos, pequeños lagos, ideal para practicar la pesca, escalada,
cercano a la costa y sobre todo para olvidarse del mundo moderno.
Para ella, representaba la antesala del paraíso terrenal. La comarca
o pedanía dependiente de A Coruña, sin que, hasta la fecha, hubiera
llegado tanta modernidad, ésa que nunca deseamos que aparezca y ni
puñetera falta que hace. En cuánto a las maneras o costumbres
excesivamente pueblerinas de la mayoría de sus habitantes, Sofía,
creía que, poco o nada se podía hacer. No quedaba tan mal, pues
encajaba con el aspecto natural y rústico, como así, había sido
toda la vida.
Hija
única de una de las familias más ricas de la provincia, por lo que
estaba acostumbrada a no tener que dar más explicaciones que, las
necesarias por su anormal comportamiento, como decían los garrulos
del pueblo. A pesar de su privilegiada posición, la miraban de
arriba abajo, eso sí, una vez, había pasado de largo. Un detalle
importante que no le perdonaban eran los escándalos que armaba, sin
que nadie lo esperara y cuándo le venía en gana. La última que lío
fue en la pista de baile de una discoteca cuando imitó a Madonna
quedándose casi desnuda. Sofía lo tenía todo: muy rica,
inteligente, elegante, atractiva, culta y libertina, muy libertina que era lo que más disgustaba a sus paisanas, aunque a muchos de sus
paisanos, les encantaba que fueran invitados a visitar cualquiera de
las muchas habitaciones del gran caserío en el que vivía,
acompañada, únicamente por el personal de servicio. La gente del
pueblo murmuraba que no estaba en sus cabales. Se decía que viajaba
fuera de España para ser tratada de una enfermedad extraña que
afecta a la cabeza. En cualquier caso, se le podía perdonar, casi
todo, pues no representaba peligro alguno, sí envidia por sus
exagerados e inesperados caprichos que solo unos pocos se lo podían
permitir. Disfrutaba muchísimo cuando todo el mundo estaba pendiente
de ella.
Sofía
tenía un problema muy serio desconocido por todos, incluso por ella,
también por sus padres. El problema era que, no tenía ningún
problema.
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