domingo, 30 de marzo de 2025

Imposible huir de ella. La ciudad.

 Imposible huir de la realidad. O lo que es lo mismo. Difícil prescindir de la ciudad. 1/2

Creo que no sólo se trata de querer volver o no a la ciudad. El caso es que huir de la realidad (2*) sin duda, imposible de los imposibles. Cierto es que llegamos a la ciudad con una vestimenta compuesta por andrajos y el estómago en estado de precariedad. Mano detrás, delante, arriba y abajo. Unos versos cuasi perfectos. Ávidos de encontrar trabajo para conseguir alimentos.

Actualmente, esto de migrar es cosa de africanos, latinoamericanos y otras gentes con muchas ganas de poder llenar la panza o la barriga. Por lo que, ¡Sí o sí! Nuestros padres se vieron obligados a emigrar o dicho de forma actualizada, migrar salir del campo y tratar de buscar un futuro al mismo tiempo que ensanchamos o inflamos por los cuatro costados la ciudad.

Después de que han pasado años y años han sucedido cosas. Y por suerte o por desgracia parece que todo o casi todo se ha convertido en no-cosas. Por lo que sea ya no importa ¡Qué más nos da! Es decir, la cosa artificial, la virtual, digital o la robótica. Como dije, casi todas no-cosas. Aquí en la ciudad contemporánea se juntan o se apretujan todos los paradigmas.

En la ciudad o ciudades, la mayoría de residentes hacemos la misma rutina: Desayunar en casa o en la cafetería. Salir y coger el smart o mobile (1*) Pues si no estaremos perdidos y no localizables. Vamos apretujados o arrejuntados en los desplazamientos y volvemos deprisa o casi tenemos que volar? ¿Cuánto más aguantaremos? Ya que se oyen voces y escritos de importantes de científicos y especialistas de la salud que escriben y/o declaran con absoluta transparencia y que no son sospechosos de llevar puesta la camiseta de ningún lobby, partido político o grupo religioso que dejan caer frases estremecedoras del siguiente tenor: nos están utilizando como ratas de laboratorio. Por el constante agobio y la desmesurada presión que sufren las personas que viven en una megápolis.

Otros exclaman, ¡Ojalá pudiéramos desterrar o eliminar lo que muchos identificamos como el pandémico estrés! O estrés o cuatro porque ya nos encontramos inmersos en el 4.0 cero y 5G. Parece que por culpa de laborar a todas horas con el mobile inteligente en la mano y de acá para allá o viceversa.

Nos vemos obligados a ser exitosos y rentables. Lo que se dice producir a troche moche. Y dormir por la noche, menos horas de las que nos aconsejan. A las zonas rurales es a dónde nos dirigimos para descansar, evadirnos, alejarnos de lo que dejamos.Salir a respirar fuera de la ciudad que tanto detestamos, pero sin embargo, la amamos y la necesitamos, porque la queremos a rabiar.. ¿Se trata de un mal menor?, La gran paradoja. Cariño y odio a la vez.

¿Nos vamos de finde o de vacaciones? Sí pero, ¿No será esto una fuga y enseguida volver a la casilla de salida? El caso de Sísifo (3*) fue algo parecido. Le castigaron a que empujara una enorme piedra hacia arriba y una vez en lo más alto bajaba o rodaba al punto de partida debido a la Ley de la gravedad. El sentido del sin sentido.

¡Qué codazos, pisotones y empujones por entrar los primeros en los grandes almacenes en época de grandes rebajas! Corte inglés o provenientes de más allá del atlántico, ahora prima Primax. Y el lunes negro de USA, el mundo asiático y exótico. Que no es otra cosa que engordar al seductor o persuasivo capitalismo. Los que estamos aquí y en otros continentes¡Nosotros, vosotros y ellos mismos! ¿No sería bueno pensar, reflexionar o meditar? ¿No nos planteamos a dónde nos interesa llegar? ¿Es bueno o regular vivir o no en la urbe? Tenemos una zona, dos o tres España vacías o vaciadas. Allí están las raíces de nuestros antepasados más inmediatos.

Ya que salimos y abandonamos, sobre todo, los más jóvenes, la agricultura, ganadería y pesca son tareas o faenas con una mano de obra escasa o mínima. Porque aquí, en la gran ciudad, todo consiste en poner alarmas, suscribir pólizas de seguro, cuidar el cuerpo, aumentar el narcisismo y alargar la mera vida. ¿Se ha convertido en una obsesión la seguridad en las ciudades? ¿Y el bienestar o no querer moverse de nuestra zona de confort? Se abren centros comerciales, clínicas de todo tipo ¡Claro al sufrir tantas enfermedades o síndromes, depresiones o traumas! Muertes en las carreteras, fallecimientos por culpa de la excesiva contaminación y cada día aumentan los suicidios. Crece el consumo de ansiolíticos.

La ciudad es el infierno y el cielo. Todo en un pack: ruidosa, espectacular, antigua, moderna, acogedora, fiestas, festejo, concierto, vicio, lujo, vanidad, transgresora, hedonismo y narcisismo y exhibicionismo a tope para obtener una falsa o precaria felicidad. Dioses y demonios repartiendo suertes o desgracias.

No sólo tenemos una ciudad. Sino muchas. Las ciudades dormitorios. La Ciudad Universitaria. La ciudad de los periodistas. Las ciudades deportivas. Las ciudades o modernos parques industriales. La ciudad de las letras, de la cultura, de los museos.

Cabe citar a Saramago que en su magnífica obra “La Caverna” nos abrió los ojos al mostrarnos el modelo arquitectónico y el diseño de viviendas ubicadas en gigantescos edificios de la ciudad moderna.

Ortega y Gasset, escribió: imposible huir de la realidad. En este caso, perfectamente aplicable dicha frase a ella. Por tanto, es harto complicado, sobre todo, cuando se echan raíces, abandonar la polifacética ciudad.

                                                                  

                                                                                                              junio de 2023, B.P.Salinas, isaespi,

(1*)

https://elpais.com/ideas/2021-10-10/byung-chul-han-el-movil-es-un-instrumento-de-dominacion-actua-como-un-rosario.html


(*2)

https://www.youtube.com/watch?v=E6wQbQYnzzQ


(3*)


https://lamenteesmaravillosa.com/el-mito-de-sisifo/






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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