domingo, 26 de mayo de 2019

Obsesión o exageración por la limpieza.

Sobre las ocho de la mañana, Juan al salir del portal del edificio donde tiene su vivienda se paró bruscamente para evitar tropezar con una persona desconocida que llegaba en ese momento a la puerta principal.  Se quedaron uno enfrente del otro. Acto seguido Juan quiso pasar por su izquierda y al instante la persona que llegaba, por su derecha. Hasta que las dos partes no se pusieran de acuerdo,  obviamente, estarían bloqueándose el paso. Como el visitante se quedó impasible mirando la cara de Juan, fue éste quién tomando la iniciativa, le preguntó:

-¿Desea usted algo?

-Sí señor. Perdone, querría entrar en esta casa. Contestó con voz muy baja.

-Juan notó en el visitante que algo parecía preocuparle.

-Tendrá usted que esperar. El portero hasta las nueve no abre. Le informó Juan.

-Sí, vera usted es que me he adelantado un poco. Me dijeron en la empresa que viniera sobre las nueve. Soy el nuevo portero. Esperaré fuera a que abran.

-¡Ah, claro, es verdad! El portero empieza hoy su jubilación.¿Usted viene a ocupar su puesto?

-¡Sí, sí señor! Contestó poniendo cara de alegría y abriendo de tal manera los ojos, como si de pronto descubriera un fajo de billetes de quinientos euros de esos que raramente se dejan ver.

-Ya pero, no va usted a esperar aquí fuera, con el frío que hace. Le contestó Juan pausadamente, al mismo tiempo pensando si sería verdad o no lo que le estaba contando. No iba a meterse una persona con malas intenciones en la casa con la excusa de suplir al conserje que se jubilaba, por lo que parecía ser cierta la información y la idea de esperar despejaba todas las dudas. Le dijo a modo de sugerencia:

-Oiga, perdone que le pregunte ¿En su empresa le habrán dicho conque persona de la casa tendrá usted que hablar? Porque el portero desde hoy ya no tiene la obligación de encargarse de abrir el portal. Está ya jubilado a todos los efectos.

-No, no me han dicho nada. Solo que me presentara sobre las nueve de la mañana. Pero claro, como salí muy pronto de casa. Esperaré a que abran.

-Pero, si usted es nuevo en el puesto y no sabe con quién tiene que hablar, me parece que tiene un problema para empezar el trabajo. En esta casa somos cuarenta y ocho vecinos ¿A quién va a llamar? Al portero anterior no, pues ya no ejerce. Lo más probable, es que el primer día de su retiro jubilar se levante a las diez o las once de la mañana. ¿Porqué no llama a la empresa? Que le digan la persona a la que debe dirigirse. Hable con su encargado o jefe. Le dará el nombre de alguien de la Junta que habrán sido los que han contratado con la empresa de la que usted depende. Le explicó Juan.

-Es que yo no dispongo de teléfono. Lo que le he dicho antes. Esperaré a que abran.

-Contestó poniendo cara de absoluta conformidad y qué le vamos hacer. Tenía que estar helado por el frío ya que, menuda escarcha había caído por la noche y de madrugada. Dijo Juan para sí.

-Juan observándole pensó, este hombre tendrá unos cuarenta y tantos años, no viste como para ir vendiendo ropa. Le notaba algo destemplado y eso que iba forrado con más prendas que capas tiene una cebolla. Así que, por el momento, no veía una buena salida para este asunto. Le estaba dando pena tener al hombre en la calle, por lo que le abrió la puerta, diciéndole,

-Bueno, pase usted y espere dentro. Cuándo vea salir algún vecino pregúntele dónde vive el presidente o alguien de la Junta para que le expliquen como funciona la portería. Yo me tengo que marchar se me está haciendo un poco tarde.

¡Bienvenido a la casa! Encantado de conocerle, hasta luego! Le dijo Juan, despidiéndose.

¡Muchas gracias, señor! Le estoy muy agradecido. Le contestó el nuevo empleado de la finca.

Según iba Juan hacia la avenida principal para llegar a la zona del parque donde solía correr, pensaba en algunos detalles de la conversación con el nuevo empleado para la comunidad. No comprendía como una persona que la envían por primera vez a su puesto de trabajo, no le den el nombre de alguien para que, al menos, le informe por dónde debe de empezar a hacer su labor. A él, tampoco le vio con las luces suficientes como para saber actuar en una situación de este tipo.

Al volver del parque Juan, le vio muy atareado en las faenas de limpieza. Probablemente, alguien le abrió el cuarto de limpiezas y le informó de las cuestiones en relación con el trabajo a realizar. Le dio los buenos días y le contestó utilizando la misma frase. Como se encontraba de espaldas, no se percató de que Juan era el vecino que unas horas antes, le hizo los honores de bienvenida en el primer día en su nuevo centro de trabajo. Al entrar Juan en su casa comentó a su esposa:

-Ya verás al nuevo portero que han fichado para la casa. Después te lo cuento, no tiene desperdicio. Será noticia de cabecera en la comunidad. No creo que hagan mención en el tablón de anuncios, pero va a dar que hablar en el mentidero o cotilleo en la mayoría de los vecinos. 

¡Anda, anda no seas exagerado! Le contestó su mujer, no tomando en serio sus jocosos comentarios.

¡Ya, ya, bueno como digo, hablaremos y te contaré con más detalle! Seguro que le notarás algo raro o que le falta, al menos, un hervor.

Juan,  cuando me encontraba con algún vecino, le hablaba de este tema:

-Miguel, ¿Te has fijado en Benito? De un tiempo a esta parte le veo muy distinto. ¿No parece el mismo, verdad?

-Pero bueno, es que no te has dado cuenta de que el portero Benito se ha jubilado, de momento, sigue en la casa hasta que haga el traslado de sus cosas. No te enteras, como sigas así….¡Ah ya, estás de broma, eh!

-Sí, por un lado sí, pero hablando en serio, me parece que hemos salido perdiendo con el cambio. Y por las tardes ya no tenemos servicio de portero. ¡Cómo se nota la crisis, eh!

A otros vecinos, en este sentido, Juan les decía: sí en el edificio se diera el hecho no deseado de que se produjera un delito por acoso, robo o similar, una vez, puesta la denuncia e iniciada la correspondiente investigación policial, lo más probable es que los agentes encargados del caso interrogaran concienzudamente a nuestro portero. Argumentaba que sería, sin duda, el primer sospechoso de la lista de investigados. La mayoría le contestaba algo similar a lo que ya le dijo su señora. 

Pasaron unas semanas y cada vez que Juan volvía de hacer ejercicio, después de pasar por la panadería, recoger el pan, al entrar en el portal, siempre encontraba al portero pegado a la escoba o el paño de los cristales. Siempre o casi siempre limpiando. No le había visto nunca hacer otra cosa que no sea limpiar.  Por lo reluciente que deja todo lo que toca es muy admirado por todos los vecinos. El edificio lo está dejando más limpio que el jaspe. Y no digamos los comentarios tan elogiosos que recibe, sobre todo, de las señoras mayores. Sin embargo, pensaba Juan: hablando de pulcritud o limpieza, según pasas por su lado no tardas nada en percibir un característico y ya familiar olor corporal que desprende en cantidades casi industriales. Probablemente pasa por la ducha, una o dos veces y en fechas muy concretas, cabe pensar que sean el veinte y nueve o treinta del mes de febrero de cada año. Para Juan, el asunto del nuevo portero era uno de sus temas preferidos por lo que lo comentaba con todos los conocidos o vecinos del inmueble.  Les explicaba "a estas alturas, se podría decir que ha habido un antes y un después de la jubilación del portero que estuvo con nosotros unos veinte años, aproximadamente. El anterior empleado de la finca, como vivía en la propia casa, en una vivienda que computaba económicamente con el salario a percibir, tuvimos tiempo suficiente para conocer lo más relevante de su vida. Él sabía algo más de la nuestra, ya que algunos le considerábamos como uno más de la familia. Del nuevo portero se conocen a ciencia cierta dos cosas, que limpia mucho o quizás demasiado y que huele bastante mal. Mi mujer me ha comentado que limpia hasta las paredes que fueron pintadas recientemente".

Lo que no esperaba nadie en la comunidad, ni siquiera Juan, fue una nota breve aparecida en el tablón de anuncios en la que se informaba a todos los vecinos de lo siguiente, “el portero que hasta la fecha ha venido prestando los servicios en esta comunidad, será sustituido por otra persona que empezará las tareas el próximo lunes día cinco. Les rogamos tomen nota de la presente comunicación a los efectos oportunos. Por la Junta de Gobierno”. El presidente.

La causa por la que no volvería a la comunidad fue debido a su desmesurado y obsesivo afán por la limpieza, habiendo llegado a hacerlo inclusive dentro de alguna vivienda. Obviamente, sin permiso de sus propietarios, llegó a sustraer importantes cantidades de dinero en efectivo. Al parecer, según su criterio para limpiar, hasta convenía eliminar el dinero negro o sucio allí donde se encontrara. Ese que está escondido debajo de una baldosa y fuera del circuito bancario que establecen las autoridades monetarias.
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