Todos
los días tiene una cita con él. Ella, le rodea con sus brazos. Permanecen muy ensimismados, como si
fueran la única pareja que está en el parque. Pasado un buen rato,
ella se despide con un beso. Él se queda donde siempre. Me acerco a
él y pienso ¡Qué envidia me das! ¡Cada día, te quiere más! A
mi, aunque la miro al cruzarnos por el paseo, ni siquiera me ve. Solo
tiene ojos para ti. Antes de marcharme, le arranco un trozo de su
ruda corteza, la que ella, minutos antes, acarició suavemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario