miércoles, 25 de diciembre de 2019

El extraño problema de Sofía.

Sofía realizó los estudios de bachillerato en la ciudad de A Coruña. Posteriormente se grad en la facultad de filosofía y letras de la Universidad Autónoma de Madrid , dónde obtuvo el premio extraordinario de carrera con mención especial. En la universidad de Oxford hizo dos grados, uno de Filología inglesa y otro de Arte y Humanidades, habiendo conseguido en ambos la calificación de premio extraordinario de carrera.
El currículum académico de Sofía era consecuente con su perfil de niña prodigio, sin duda, contaba con un coeficiente intelectual fuera de lo común. Pertenecía a un grupo selecto de personas cuyas facultades innatas resultan muy ventajoso, en relación con los demás, a efectos de competir en cualquier actividad en una sociedad que pone más el acento en las aptitudes, capacidades y conocimientos para el futuro profesional, en detrimento de las actitudes personales intrínsecas del ser humano.
Se constataba en ella, según estudios realizados sobre el comportamiento que suelen tener los niños prodigios, ésto es, una escasa socialización, hasta cierto punto lógico, debido al superior desarrollo intelectual, lo que viene siendo un denominador común en los períodos infantil, juvenil y adolescente. Es predecible que en años posteriores se pongan de manifiesto algunos efectos negativos debidos a la poca socialización, si bien, no de forma generalizada, sino en determinados casos a tenor de los estudios recientes sobre el tema.
Una vez terminado sus estudios, Sofía enseguida se puso a trabajar. Sus padres, aunque estaban acostumbrados a su permanente hiperactividad, sin embargo, no dejaba de sorprenderles la gran capacidad para cualquier disciplina que mostraba su hija.  Durante cuatro años desempeñó el cargo de directora adjunta junior del departamento de relaciones públicas de la sociedad de control del grupo de empresas en el que, varios miembros de su familia, poseían el mayor porcentaje de acciones que les daba el control en la sociedad matriz y también sobre el resto de empresas del citado holding empresarial. Al término de su primera etapa de trabajo realizada en España, aunque por cuestiones relacionadas con su actividad, viajó con frecuencia al extranjero. Sofía hablaba cuatro idiomas extranjeros con un nivel excelente por lo que no tenía dificultad alguna para manejarse con soltura fuera de España. Dos años después, en una empresa filial perteneciente al holding de la familia, fue nombrada CEO del consejo internacional para la zona Euro, Asia y Latinoamérica. Mucha gente podría pensar que accedía a cargos de relevancia y responsabilidad ejecutiva gracias a su parentesco con familiares directos que ocupaban puestos en el consejo de administración de la sociedad que controlaba el grupo. Nada más lejos de la realidad ya que, siempre que participaba en las respectivas convocatorias, todas ellas abiertas y previamente publicitadas, lo hizo en idénticas condiciones que el resto de aspirantes. Compaginaba el cargo ejecutivo con otros de especialización, viajando  durante años por más una docena de países, por lo que tuvo ocasión de conocer muchos centros de trabajo, en los que acumuló una gran experiencia en las diferentes estrategias empresariales de la corporación de la que formaba parte.  Sofía echaba de menos el pueblo donde nació, por lo que cuando le era posible, buscaba días libres en su agenda para visitarlo y poder descansar de las agotadoras sesiones de trabajo.  En su pueblo natal o patria chica, como lo definía ella, tenía la sensación de ser otra persona. Respiraba tranquilidad y sosiego, con solo dar un paseo por un entorno tan natural y así poder disfrutar de la agradable percepción de perderse en aquél espléndido e idílico paisaje que tan familiar le resultaba. Admiraba, una y otra vez, los enormes caseríos, cabañas, albergues, preciosas montañas y lagos que se ofrecían con generosidad a cualquier visitante. Para ella suponía un encuentro íntimo con la Naturaleza. Las horas se hacían más cortas de lo habitual. Tenía ocasión de practicar la pesca, escalada o senderismo. A pocos kilómetros se encontraba la costa para realizar excursiones que le traían recuerdos inolvidables en los años que solía navegar acompañada por su padre, quién siempre fue un enamorado del mar. Mirando al horizonte se decía: que tiempos aquéllos, ojala volvieran, aunque solo fuera por unas horas”.
Lugares que le traían al recuerdo vivencias especialmente sugerentes de los años de adolescencia cargados de nostalgia, dónde paso buena parte de su infancia y que siempre le parecía la manera ideal de olvidarse del ajetreo de las ciudades demasiado cosmopolitas para su gusto. Los antiguos usos y costumbres de los habitantes de su querido pueblo, cosa que a Sofía no le preocupaba, puesto que más bien le encantaba
pasar un tiempo embelesada por el entorno, además, de que apenas se relacionaba con los vecinos. Le apetecía pasar uno días en soledad, además de que, precisamente, esto era posible, solo en contadas ocasiones y que no se daban en cantidad suficiente como a ella le hubiera gustado.
Hija de una de las familias más ricas de la comarca, por lo que estaba acostumbrada a no tener que dar más explicaciones que las necesarias por su esporádico, aunque raro comportamiento que era motivo de un murmullo lejano que, casi siempre, sacaban a colación los más envidiosos del pueblo. Quizás por su privilegiada posición, la miraban de arriba a abajo en respuesta a lo distante que ella se mostraba ante la gente. Detalle importante que no le perdonarían nunca sus paisanos los escándalos que, sin venir a cuento, montaba cuando le venía en gana, simplemente, para dejar constancia de que no era una persona cualquiera y que no tenían que olvidar muchos de los que se permitían el lujo de criticar su comportamiento. El último alboroto se produjo en la pista de baile de una de las discotecas más concurridas del pueblo, cuando imitando a la cantante Madonna se quedó casi desnuda en el centro de la pista desafiando a todo el mundo allí presente. Tuvo que ser retirada por el personal de seguridad del establecimiento debido a un estado de aparente embriaguez y por el escaso control que tenía de su cuerpo. Al cabo de unas horas, todo quedó en una anécdota o travesura, más o menos, como había sucedido en otras ocasiones, interpretada por la caprichosa y consentida niña de papá. Lo que más disgustaba a la gente del pueblo, era la desfachatez que tenía con todas y cada una de las personas que la rodeaban en sus habituales y grotescos actos con el solo afán de protagonismo.
Los pocos amigos o más bien conocidos que la acompañaban no perdían estas ocasiones en las que ella se mostraba generosa y que aprovechaban para llevarle la corriente, lo que vulgarmente se llama hacerle la rosca, consiguiendo de paso ser invitados al enorme y lujoso caserío para disfrutar en los elegantes salones, piscinas preparadas para las diferentes épocas del año, instalaciones deportivas, salas de baile y música y otras estancias dónde ella vivía acompañada, únicamente, por el personal a su servicio. Sofía no contaba con amistades o compañeras de su etapa juvenil, puesto que la mayor parte de sus estudios los realizó en colegios de élite muy alejados del pueblo. Además de que por su carácter reservado tampoco tuvo compañías duraderas.
La gente del pueblo murmuraba que, teniendo el mundo a sus pies, quizás Sofía, echara de menos algo que, aún no estaba a su alcance, a pesar de las muchas cosas que la vida ya le ofrecía. No solo por tratarse de la única heredera de una familia riquísima, sino también, por las extraordinarias y exitosas metas alcanzadas en base a méritos propios, pese a su juventud. Se comentaba en el pueblo que la llevaban fuera de España, aunque nadie había podido averiguar cuál podría ser la causa.
Algunas personas cercanas a su entorno laboral especulaban que las salidas de Sofía fuera del país, tenían relación con las extravagancias que en varias ocasiones mostraba en público, cosa que no se esperaba de una persona de su clase, ya que a todas luces era evidente que escapaban a su control y tampoco parecía que fuera debido a que hubiera tomado un par de copas, puesto que no se trataba de un mareo convencional por la ingesta de alcohol.
Todo el mundo opinaba que no era la forma de estar, sino más bien, se trataba de hacerse notar en exceso y sobre todo por la falta de sentido común en una persona de su posición social y con un nivel cultural elevado.
En cualquier caso, sus reiteradas salidas de tono se le perdonaban por ser vos quién sois. Una vez que perdía los papeles, como si de repente la vergüenza la hubiera abandonado, despertándose en ella la necesidad de disfrutar muchísimo, pero al mismo tiempo, querer ser el centro de atención de cuántos la rodeaban. No pasó demasiado tiempo hasta que por medio de una persona cercana a su familia se confirmara, como ya algunos del pueblo habían pronosticado que, la rica heredera y afamada niña prodigio necesitaba de alguien que le explicara que existen otras formas de divertirse que no sea a costa de hacer el ridículo ante todo el público, si bien en solitario, dónde y cuándo no toca o la función no está programada para ello. Detectado por un amigo de la familia lo que venía ocurriendo, precisamente, cuándo Sofía iba a pasar unos días de relax para descansar en el pueblo, por lo que no dudaron en tomar rápidamente cartas en el asunto.
Pasados unos meses, los padres de Sofía tuvieron una conversación con el jefe del equipo de doctores del (1*)  Pennhurst School & Hospital en Spring City, Pensilvania, Estados Unidos que venían atendiendo a Sofía desde su ingreso, en la que se les informó del estado actual de su hija. Todo ello, de acuerdo con los exhaustivos y completos análisis psicológicos que se le han venido aplicando. Y que a modo de resumen, les puedo decir lo siguiente: el problema de Sofía es que, hasta ahora, en realidad, no ha tenido ningún problema.
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