jueves, 29 de noviembre de 2018

El extraño desequilibrio de Sofía.

Sofía estudió en la ciudad de A Coruña. Se graduó en filosofía y letras, obteniendo el premio extraordinario de carrera. En la universidad de Oxford se doctoró en filología inglesa, grado en el que también sacó unas notas finales excelentes.
Durante varios años viajó por más de una veintena de países. Siempre echaba de menos su pueblo natal, tan cateto y provinciano, pero muy tranquilo, enclavado en un entorno natural, casi salvaje, difícil de encontrar, en otras partes del planeta. Su pueblo tenía de todo un poco, como en la botica, los típicos caseríos, albergues, montañas, ríos, pequeños lagos, ideal para practicar la pesca, escalada, cercano a la costa y sobre todo para olvidarse del mundo moderno. Para ella, representaba la antesala del paraíso terrenal. La comarca o pedanía dependiente de A Coruña, sin que, hasta la fecha, hubiera llegado tanta modernidad, ésa que nunca deseamos que aparezca y ni puñetera falta que hace. En cuánto a las maneras o costumbres excesivamente pueblerinas de la mayoría de sus habitantes, Sofía, creía que, poco o nada se podía hacer. No quedaba tan mal, pues encajaba con el aspecto natural y rústico, como así, había sido toda la vida.

Hija única de una de las familias más ricas de la provincia, por lo que estaba acostumbrada a no tener que dar más explicaciones que, las necesarias por su anormal comportamiento, como decían los garrulos del pueblo. A pesar de su privilegiada posición, la miraban de arriba abajo, eso sí, una vez, había pasado de largo. Un detalle importante que no le perdonaban eran los escándalos que armaba, sin que nadie lo esperara y cuándo le venía en gana. La última que lío fue en la pista de baile de una discoteca cuando imitó a Madonna quedándose casi desnuda. Sofía lo tenía todo: muy rica, inteligente, elegante, atractiva, culta y libertina, muy libertina que era lo que más disgustaba a sus paisanas, aunque a muchos de sus paisanos, les encantaba que fueran invitados a visitar cualquiera de las muchas habitaciones del gran caserío en el que vivía, acompañada, únicamente por el personal de servicio. La gente del pueblo murmuraba que no estaba en sus cabales. Se decía que viajaba fuera de España para ser tratada de una enfermedad extraña que afecta a la cabeza. En cualquier caso, se le podía perdonar, casi todo, pues no representaba peligro alguno, sí envidia por sus exagerados e inesperados caprichos que solo unos pocos se lo podían permitir. Disfrutaba muchísimo cuando todo el mundo estaba pendiente de ella.

Sofía tenía un problema muy serio desconocido por todos, incluso por ella, también por sus padres. El problema era que, no tenía ningún problema.


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